Foto cedida por la Voz del Sur

Hace unos pocos días me encontraba con un amigo, disfrutando de una excelente copa de fino y una tapa de ensaladilla en uno de los maravillosos tabancos de nuestra ciudad cuando me hizo una pregunta muy concreta: “Oye, ¿tú crees que la economía de Jerez tiene solución?”.

 

Les confieso que, a pesar de estar acostumbrado a lidiar cada día con los numerosos y graves problemas económicos que afectan a Jerez, me sorprendió la contundencia de la pregunta. Hasta que caí en la cuenta de que posiblemente esa es la que se hace la mayoría de los jerezanos cada vez que, un día sí y otro también, recibe una avalancha de noticias sobre los graves problemas económicos que nos afligen. Y es por eso por lo que me gustaría compartir con ustedes la respuesta que le di a mi amigo.

 

Le contesté que sí. Sin duda, y aun cuando la ciudad sufre hoy las consecuencias de decenas de años de vergonzosas exhibiciones de nepotismo, malversación, tráfico de influencias y negligencia en la gestión de los servicios y los impuestos de todos nosotros, Jerez tiene solución.

 

Pero lo que Jerez no puede esperar, por desgracia, es un milagro. Porque sin duda sería un milagro esperar que los mismos que nos han traído hasta aquí, repitiendo las mismas tropelías que nos han sumido en este agujero de deuda, suciedad, parálisis y desmotivación de nuestra gente, van a sacarnos de donde estamos ahora.

 

Lo único bueno que nos dejan tantas barbaridades del pasado es que nos permiten, a poco que tengamos sentido común, vislumbrar por dónde debe llegar la solución de Jerez. Déjenme que se los explique en detalle.

 

Ignorar que, año tras año, los jerezanos dejamos de cobrar buena parte de los ingresos a los que tenemos derecho, permitiendo que los caraduras sigan viviendo a costa del esfuerzo de todos, no es la solución. No les hablo de supuestas bolsas de fraude por descubrir, sino de personas con nombre y apellidos, a los que año tras año el ayuntamiento deja sin cobrar lo que otros sí pagamos. Poner suficientes medios humanos y tomar las acciones necesarias para perseguir estos cobros hasta sus últimas consecuencias sí es parte de la solución.

 

Dejar además de poner en valor una parte importante del patrimonio de la ciudad, y perder esos ingresos adicionales que tanto nos ayudarían a tener servicios públicos de calidad, es una necedad. Están ahí, esperando que, de una vez por todas, pongamos a nuestro patrimonio a generar valor para Jerez.

 

Prometer con cada nuevo presupuesto que se aprueba que alcanzaremos superávit corriente, incumplir una y otra vez ese compromiso, y pretender que se seguirá teniendo paciencia con Jerez para siempre es esperar un milagro. La solución pasa por cumplir con lo que prometemos en el presupuesto, que es la única forma de que Jerez recupere el crédito ante las demás administraciones, que entonces sí, tendrán nuevas razones para ser pacientes con Jerez, y buscar soluciones graduales a sus enormes problemas.

 

Incumplir de manera repetida y exagerada el Plan de Ajuste, que abrió la vía de financiación del ICO, único organismo que financia al ayuntamiento desde hace años, y pensar que eso no acabará teniendo graves consecuencias, es engañarse. Si de verdad queremos que nos consideren como una ciudad fiable debemos empezar por cumplir nuestros compromisos, o al menos no quedarnos siempre a años luz de cumplir con ellos.

 

Pensar que, con una tasa de desempleo que duplica la de España, y casi multiplica por cuatro la de la Unión Europea, la forma de atraer inversión y generación de empleo a Jerez es haciendo que nuestros impuestos locales a las empresas se sitúen entre los más altos de nuestro entorno, y que la obtención de una licencia sea un campo de minas para los osados que intentan atravesarlo, es ignorar cómo funcionan las cosas. Limitar en lo posible la subida de los impuestos locales y poner todos los recursos del ayuntamiento al servicio del emprendedor es la receta para atraer a la iniciativa privada generadora de empleo.

 

Enlazar ridículo tras ridículo en la gestión de la  plantilla del ayuntamiento (cuando no son las no-readmisiones de los ERE es el reciente espectáculo de la funcionarización al que asistimos atónitos) no es ni mucho menos la forma de salir de esta situación, lo que será imposible sin el compromiso y la complicidad del conjunto de trabajadores del ayuntamiento y sus empresas municipales. La alternativa pasa por reflexionar en profundidad sobre qué  tipo de ayuntamiento y servicios queremos y nos podemos permitir, definiendo nosotros mismos (y no pidiéndoselo a terceros) la estructura organizativa y la Relación de Puestos de Trabajo sobre la que construir el futuro de nuestros servicios públicos.

 

Dirigir a la plantilla municipal de espaldas a ellos, sembrando la incertidumbre acerca del futuro de los puestos de trabajo, e ignorando a la representación de la mayoría de los trabajadores y a la de los grupos municipales, no parece la mejor vía hacia el éxito. Conseguir su implicación y dedicación, combinada con el adecuado toque de liderazgo del equipo de gobierno, manteniendo permanente abierto el diálogo, es el camino que debemos seguir. Y todo ello reduciendo de forma gradual el altísimo porcentaje de temporalidad de la plantilla, mediante procesos ordenados y razonables, en los que cumplamos con los imprescindibles principios de igualdad, mérito y capacidad.

 

Gestionar un grupo de empresas con cientos de empleados sin observar las más elementales normas de buen gobierno corporativo es insistir en mantener el pobre nivel de servicio público actual, seguir acumulando pérdida tras pérdida y, más pronto que tarde, añadir nuevos nombres a la ya larga lista de fracasos empresariales de este ayuntamiento. Pero no debemos caer en la resignación. Gestionar estas empresas como lo que son, entender el papel que deben jugar sus consejos, e implantar los métodos de seguimiento y control adecuados es posible, si existe la voluntad de ello.

 

En definitiva, cambiar el rumbo de la situación económica del ayuntamiento, y así obtener los servicios públicos de calidad que los jerezanos merecemos, sigue estando en nuestras manos. No pasa por volver a caer en los mismos errores que nos han traído hasta aquí, y sí por tener claro hacia dónde nos dirigimos, que la solución no llegará de la noche a la mañana, que es preciso perseverar en el empeño, y que necesitamos de la implicación y el compromiso de todos en ese esfuerzo. Entonces sí, sin duda, Jerez tendrá solución.

 

PD: Naturalmente, y tras una respuesta tan extensa, fui yo el que invitó a los finos y la ensaladilla…