Hoy quiero hablar del nuevo P.P. y no, no me refiero a un renacido y remozado Partido Popular, en el supuesto de que lo hubiere, sino a un fenómeno, cada vez más en boga, al que he denominado así por ser también el acrónimo de “Progre y Pedante”.
Cada vez son más los pseudointelectuales de pacotilla que en los medios de comunicación y en las redes sociales, incapaces de realizar el mínimo gesto de autocrítica, se consideran en posesión de la verdad absoluta y no dudan en etiquetar y caricaturizar a todos aquellos que han cometido el “horrendo crimen” de ser libres y ejercer su libertad pensando de manera diferente a la suya, sin dejarse encasillar y sin aceptar etiquetas ni estereotipos.
Estos “ilustrados” son capaces de invocar a Orwell para criticar a sus rivales pero desconocen que la formación morada que tanto admiran lleva en su programa algo tan orwelliano y verdaderamente siniestro como la creación de una “oficina de la verdad” (y esto es un dato, no una opinión).
Pretenden dar lecciones de jerezanía pero ni siquiera saben escribir correctamente el nombre de alguna de nuestras Avenidas más importantes o utilizan anglicismos en lugar de su traducción al castellano no se sabe muy bien si para “demostrar” su vasta cultura cosmopolita o para disimular sus serios problemas a la hora de acertar con la gramática.
Pero lo peor de esto no es su manifiesta incultura, por mucho que pretendan disfrazarla de superioridad intelectual y moral, lo peor de todo es el odio, el resentimiento, la cerrazón y el rencor que rezuman por todos y cada uno de sus poros contra todos aquellos que piensan, que pensamos diferente. O conmigo o contra mi.
Pues bien, si algo he aprendido en más de medio siglo de vida es que desde el odio, desde el resentimiento, desde la confrontación permanente, desde la falta de respeto al rival, que nunca enemigo, es imposible construir un marco de convivencia para todos. Si algo he aprendido es que la paleta de colores de la vida es mucha más rica que el blanco y el negro, que hay una infinidad de matices y de tonos, que no se puede dividir a las personas en rojas y azules porque de esa división solo hemos sacado un millón de muertos y que es imposible avanzar hacia adelante sino dejamos en algún momento de mirar para atrás.
Amamos a nuestro país, abrazamos nuestra bandera constitucional y democrática sin complejos porque es la que nos une, y ese amor nos hace ser autocríticos y reconocer que hay muchas cosas que están mal, que no funcionan, pero no por ello queremos destruirlo, ni fragmentarlo, ni trocearlo; nos afanamos en intentar mejorarlo con propuestas concretas y nos da igual de donde provengan si son buenas para Jerez, para Andalucía o para España.
Los que defendemos la moderación ante el radicalismo, los que defendemos el sentido común ante el dogmatismo, los que defendemos la tolerancia ante el odio y el resentimiento, en definitiva, los que defendemos la LIBERTAD, con mayúsculas, aquella que permite a nuestros rivales defender y confrontar sus posiciones frente a las nuestras pero siempre con el límite del debido respeto, no es que seamos necesarios en estos momentos, es que somos, sencillamente, imprescindibles.
Javier Álvarez
Coordinador de Ciudadanos Jerez